Después de una semana de
haber finalizado las vacaciones y haber vuelto a la normalidad y a las rutinas
diarias ya puedo decir de nuevo, y no descubro el pan de ajo, que cuesta
barbaridades.
Vuelve a levantarte
temprano para ir a trabajar, vuelve a desesperarte porque el huracán Daniela ha
dejado metros y metros cuadrados devastados a la espera de reconstrucción (por
suerte es una casa chiquitita) y vuelve a calzarte las zapatillas, a ponerte el
bañador o a recorrer unos cuantos kilómetros con la bici, después de un mes de inactividad
y un cuerpo un poco más voluminoso.
Si bien al principio
cuesta un poco (no,cuesta bastante), la ilusión de volver a estar un poco en
forma, la ilusión de volver a estar en una línea de salida de una carrera de
10km o la ilusión de volver hacer un
triatlón, consiguen derrotar a esa pereza que recorre la cabeza y que te dice
que si vale la pena volver a tener que pasar de nuevo por el sufrimiento de empezar
de nuevo desde cero.
En esta batalla, el
vencedor está claro: LA ILUSIÓN GANA A LA PEREZA
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