sábado, 28 de febrero de 2015

CRÓNICA DE UNA SEPARACIÓN ANUNCIADA

Hay dos motivos que te llevan a no romper una relación: la pena y el miedo. Por suerte, entre nosotros, desde el primer día ha habido una confianza plena, por lo que en este caso, el miedo no tiene cabida. Por lo tanto, si el miedo no es el motivo, sólo nos queda una opción, la pena.

Y es posible que esa pena haya hecho retrasar lo inevitable y es que desde unos dos años ya rondaba la idea pero siempre buscaba la excusa perfecta para cada ocasión.

Han sido más de diez años juntos y eso quieras que no, te marca, te deja huella y deja momentos, muchos momentos, de todo tipo, momentos sin más, momentos malos, momentos buenos y por supuesto momentos muy, pero que muy buenos.

Pero son dos años en que las cosas no eran lo mismo. Ni yo te podía dar lo máximo de mí, ni tú estabas en condiciones de ofrecer lo que yo necesitaba. Los instantes de felicidad se podían contar con los dedos de una mano, la mayoría de las veces había excusas para no salir, cuando lo hacíamos se estaba más pendiente del reloj para volver a casa que de disfrutar de lo que estábamos haciendo (que es lo que realmente hay que hacer) y lo que es peor, empezaban las comparaciones con otras.

En definitiva, esta separación ha sido lo mejor para los dos y con lo que me quedo, a parte de todos esos momentos mágicos, es que si alguna vez nos volvemos a ver, no habrá que mirar hacia otro lado ni cambiar de calle

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